
Pullman. Apenas leí esa palabra me vino a la mente otra: Deluxe. Pullman Deluxe. Recordé los coches-cama de aquellos trenes nocturnos que me llevaban a Madrid en mi época de estudiante. Los vagones compartimentados en “habitaciones” con seis literas o con dos camas debían de tener esas palabras escritas en alguna parte. Se me tuvieron que haber quedado atrapadas en algún pliegue no muy profundo de la memoria porque resurgieron de su escondite en cuanto tuvieron ocasión hace poco, en Chicago, Illinois.
Quince millas al sur del Chicago Loop, el área financiera y más turística de la Ciudad del Viento, se encuentra lo que queda de Pullman City, la primera ciudad industrial completamente planificada en Estados Unidos. Tomando el apellido del dueño de la empresa Pullman Palace Car, la mayor parte de la ciudad fue construida entre 1880 y 1884 alrededor de la fábrica de coches-cama y al mes de entrar en funcionamiento más de 350 personas vivían allí. Pronto serían miles. Llegó a tener 531 casas de distintos tamaños y precios: el alquiler de los apartamentos de 3 habitaciones costaba una media de 8 dólares mensuales; el de una casa adosada de cinco dormitorios, unos 18 dólares, y el de las casas de mayor tamaño, para los trabajadores profesionales y directivos, entre 25 y 50 dólares.
La idea de Mr. Pullman era que unos trabajadores felices, viviendo en buenas condiciones, producirían mejores resultados. Sin embargo, todo era muy paternalista, autocrático y excesivamente controlado: únicamente podía consumirse alcohol en el bar del hotel, solo había una iglesia con un credo, los hijos de los trabajadores tenían que ir a la misma escuela, todo tenía que ser comprado en las tiendas de la compañía…
Post-post:
La huelga contra Pullman es, significativamente, uno de los primeros capítulos del cómic “Una historia popular del imperio americano”. Se trata de una adaptación gráfica realizada por Mike Konopacki de la obra “La otra historia de los Estados Unidos” del historiador, politólogo y anarquista estadounidense Howard Zinn. Una visión crítica y de izquierdas de la historia de este país adoptando el punto de vista de los trabajadores, los negros, los extranjeros, los indios, las mujeres… en vez de la perspectiva oficial de los presidentes o los héroes. Un libro, en muchos aspectos, demoledor.

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