lunes, 15 de mayo de 2017

See you later, alligator

Los fritos de pollo que me estaba comiendo estaban buenos, un poco secos, pero buenos. Estábamos en Nueva Orleans dando buena cuenta de los aperitivos en la celebración de la boda de mi amiga Ana y los camareros no daban abasto. Un invitado que estaba a mi lado preguntó por el contenido de la bandeja que yo acababa de atacar y que, para mí, saltaba a la vista que eran “nuggets” de pollo, y el mozo le contestó: “lagarto”. Ya os podéis imaginar cómo me quedé.

Cuando se trata de comer seres vivos, en Estados Unidos nada parece lo que es: el pescado te lo sirven en porciones cuadradas o triangulares, las gambas no tienen cabeza, patas o intestinos, el pollo siempre está despiezado y tiene un rebozado de un centímetro que oculta su humilde naturaleza, los cangrejos gigantes no tienen caparazón y solo te venden las patas… Si a una mesa de americanos estándar le sirves un pescado a la espalda, con sus agallas, espina y cola y, además, en su punto de horno, que es como está bueno, como mínimo se les transformará la cara. Las costillas de cerdo a la barbacoa son típicas de Estados Unidos, pero ponles un cochinillo lechal en plato de barro, enterito, tal y como te lo pueden presentar en Segovia y si hay niños en la mesa empezarán a hacer pucheros horrorizados.

Además, en Estados Unidos, tampoco las cosas saben a lo que son. Los paladares americanos disfrutan más cuando hay muchas especias o ingredientes que disfracen los sabores originales. Llámalo kétchup, salsas de carne, aderezos para ensalada, da igual. La oferta de sabores de pan rallado e incluso de croutones o picatostes (ajo, mantequilla, beicon, finas hierbas, queso, curri, chile…) es alucinante y todos consiguen el mismo resultado: ocultar la realidad de tu ingesta.

Como española acostumbrada a nuestras hermosas, coloridas y bien provistas pescaderías, ya estés en la costa o en cualquier pueblo de secano, me deja puesta la tristeza de las pescaderías en este país. Todo está fileteado, previamente descongelado y si no es por el cartelito es imposible saber cuál era el pez original. Aquí sí que empiezo yo a hacer pucheros. Y a día de hoy no termino de entender cómo un país con tantísimos kilómetros de costa, con tal diversidad climática y acuática y que podría ser tan rico en piscicultura tiene unas pescaderías tan pobres.

Pero es que Estados Unidos importa más del 90% del pescado que consume, principalmente gambas y luego, de lejos, salmón y atún enlatado. Y lo curioso es que lo pescan los barcos americanos, lo exportan para ser procesado y luego lo vuelven a comprar para el consumo. Con lo cual no es de extrañar que los filetes de pescado estén tan mustios. Más bien están agotados. Tal vez por ello los americanos comen tan poco pescado: cuatro veces menos que ternera o pollo o ¡40 veces menos que lácteos! Y eso sí me lo creo. Lo he visto en infinidad de ocasiones desde mi más tierna infancia. Ya los niños protagonistas de la serie “Con ocho basta” (“Eight Is Enough”) abrían su enorme nevera americana, sacaban una botella de leche descomunal de tamaño galón, y así, con la puerta abierta y a morro, le metían un buen viaje. Y a mí eso me fascinaba en igual medida que horrorizaba a mi padre, que ponía la misma mueca que podría poner el padre americano si me viera succionar la cabeza de una gamba.

3 comentarios:

  1. ¿Probaste los nuggets de aligátor finalmente? Yo después de comer ancas de rana con sabor a pollo seco te animo a ti a comer el cocodrilo, jajaja. He visto un reportaje de las piscifactorías en varios países asiáticos que sirven de proveedores a los USA, una barabaridad.... Disfruta de lo bueno que en nada estas de vacaciones en Asturias y te pondrás las botas.

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    1. Sí, lo probé; era lo que pensaba que sabía a pollo seco. Nada especial porque todo sabe igual. ¡Qué ganas de volver a la tierrina para que las cosas vuelvan a saber a lo que son! Besos.

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  2. No saben comer, tienen miles de sellos, pagan mal las facturas, construyen con madera, reciclan fatal, etc etc. Eva vuelveeee, jeeee. Si vienes avisa para un café. Muaaa

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