Afortunadamente, he tenido que ir muy
pocas veces al médico y, la verdad, no tengo ni he tenido nunca médico de
cabecera. Los niños sí han ido a un pediatra fijo que hemos ido cambiando en
cada traslado pero hace ya muchos años que no se ponen enfermos de algo que no
se cure con un poco de paracetamol. Así que cuando para algún papel que nos
hacen rellenar por ahí nos piden el nombre y teléfono de nuestro médico, dejo
ese espacio en blanco o, si insisten en que ponga algo, escribo cualquier nombre y, entre paréntesis,
planto tranquilamente “(Spain)”. Ya se apañarán. O ya me apañaré yo si alguna
vez me pasa algo y no saben dónde mandarme.
Aunque estoy segura de que en caso de una
emergencia no me tocaría nadie y llamarían directamente al 911 y no a mi médico
de cabecera, decidí pedirle a una amiga americana que me recomendara a alguien.
Fue peor el remedio que la enfermedad : “¿Me
estás preguntando, me dijo, por un
MD, un PA, un NP o tal vez por un DO?” Me quedé puesta.
Resulta que Estados Unidos tiene muy pocos
médicos dedicados a la atención primaria, que suelen ganar menos que los
especialistas. Una organización de consumidores denunciaba hace un tiempo que
en este país hay 0,3 doctores por cada 1000 habitantes mientras en Canadá hay 1,2
(para que os hagáis una idea, en España en el año 2015 había 3,8 médicos por
cada 1000 habitantes). Como hay muy pocos médicos de cabecera, si eres un nuevo
paciente tardas una media de 29 días en conseguir una cita y hay muchos
doctores que ni siquiera admiten nuevos pacientes. Por ello la gente cada vez acude
más a otra serie de trabajadores de la salud que no llegan al grado de
preparación de un Medicinae Doctor
(MD), alguien que pasó 4 años estudiando en una facultad de medicina y luego un
mínimo de 3 años de práctica, normalmente en un hospital. Lo que vendría a ser
en España “el médico”.
Pero a partir de aquí empieza el lío.
Puedes también pedir cita con un nurse
practitioner (NP) o con un physician assistant (PA), que aunque no
tienen tantos años de prácticas como los doctores, cuentan con licencias para
hacer (casi) el mismo trabajo, especialmente en los controles de enfermedades
crónicas como la diabetes o la hipertensión o en enfermedades comunes como las
infecciones respiratorias. Pueden también extender recetas. Digamos que es como si pidieras cita directamente
con la enfermera o con la comadrona. Y,
además, están los doctors of osteopathic
medicine (DO), o doctores en osteopatía, que con una formación y unas
prácticas similares a los MD están más especializados en cuestiones musculares
y del esqueleto. Y ya el embrollo es total porque yo siempre había pensado en
la osteopatía como una medicina alternativa (en España no está reconocida como
una actividad médica profesional) y resulta que aquí pueden hasta hacer
cirugías.
La semana pasada busqué un dermatólogo
para mi hija en el cuadro médico de nuestro seguro americano. Tras llamar a
varios que, en efecto, me dijeron que no aceptaban nuevos pacientes, encontré
una doctora relativamente cerca de casa. Vi en su currículo que es una MD (que
ya sé que no quiere decir que tenga la consulta en Maryland, MD). La primera
cita que me podía dar era para el 15 de noviembre. Por supuesto, la cogí.
Esperaremos tranquilamente. No me apetece mucho poner su acné adolescente en
manos de un NP, un PA o un DO. Demasiada novedad para mi gusto que, si bien no
espera un médico de toda vida, sí que, al menos, sea médico.
Imágenes: Freepik
Si es que aquí nos quejamos demasiado, y tenemos de todo y muy bueno.
ResponderEliminarSigue disfrutando y no olvides poner mas etiquetas si te quieres volver mas visible
De todo y muy bueno. Gracias por los consejos.
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