La chica corre desesperada. Abandona el
camino de la granja y se adentra en el maizal. Con las manos aparta como puede
las hojas de las plantas, que le arañan la cara. Las motas de polvo brillan a
la luz de un sol inmisericorde. Ya no puede más. Se agacha y se esconde
cobijándose en la densidad de la plantación. Trata de contener la respiración
entrecortada y escucha. Se están acercando.
Siempre que pienso en granjas americanas
me viene a la mente una escena parecida y no puedo evitar que esos campos de
maíz me resulten aterradores. He visto demasiadas películas, lo sé, pero también
con los años me he vuelto mucho más miedica. Aquellos largometrajes de terror
que con 15 años me entusiasmaban y no me dejaban apartarme de la pantalla hoy me
resultan insoportables y al primer susto salgo huyendo como alma que lleva el
diablo.
Así que con el estómago un poco encogido,
las piernas algo blandas, el pulso un tanto acelerado y la respiración
desacompasada, decidí tragarme mis miedos y acercarme a uno de esos maizales
descomunales para realizar una de las actividades más emblemáticas del otoño en
Estados Unidos: recorrer un “corn maze” o lo que para nosotros
sería un laberinto de maíz.
Elegimos una granja que se precia del
tener el corn maze más grande del
Estado de Maryland. Su actividad
principal es producir en sus 327 acres (unas 130 hectáreas) miles de balas de
heno para alimentar a los caballos de la zona. Para diversificar y buscar otras
formas de ingresos hace 18 años que los dueños decidieron inaugurar el primer laberinto
de maíz de la zona. Un mapa te sirve de guía para recorrer el intrincado diseño de once
kilómetros y medio y tienes que pasar por 18 puestos de control, lo que te
permite hacer carreras o competiciones con tus amigos. Tan pendiente estaba del
mapa y de que no nos ganaran los otros equipos que ni me acordé de mi supuesto
trauma.
Los laberintos de maíz son una atracción
turística muy popular. Para tener un laberinto listo para la temporada hay que
elegir una variedad de maíz que permita tener plantas altas y robustas y ha de
plantarse unas dos o tres semanas más tarde que el maíz para grano, es decir en
la segunda quincena del mes de mayo. Elegir el tema es importante y para hacer
los senderos se utilizan, según el presupuesto, motosierras, herbicidas o
segadoras. Siempre hay que cortar la planta desde lo más profundo para evitar
que rebrote.
Suele ser tal la inmensidad del maizal que únicamente con una
vista aérea o con un plano se puede apreciar la precisión de los complicados diseños.
El que nosotros recorrimos tenía el lema de “We support you, KK!” (¡Te apoyamos, KK!) y es un homenaje a una niña de
la comunidad que está librando una batalla contra el cáncer y para cuyo
tratamiento se destina una parte de lo recaudado (11.000 dólares hasta el día
de ayer).
El otro producto estrella del otoño son
las calabazas y, por supuesto, esta es la ocasión propicia para subir a un
tractor que te lleva al campo de cultivo en donde eliges las que más te
gustan, las arrancas de la mata y las pagas al peso a la salida. Tienes
entretenimiento asegurado mientras las vacías en tu casa, las perforas con
temática de Halloween (ver entrada Trick
or treat), las dejas en la puerta de tu vivienda hasta el 31 de octubre y
el primer sábado después de la noche de disfraces haces el “pumpin chuckin”, que en nuestro
vecindario consiste en tirar las calabazas ya pochas por la ladera y tratar de
alcanzar el arroyo. Allí se las terminarán de comer los ciervos, los coyotes,
los mapaches o las hormigas. Solamente
con las que nosotros compramos alimentaremos a un buen rebaño de animales.
Pero las actividades en estas granjas son múltiples: tirolinas, “ruedas de ratón” frenadas por balas de heno, tren
de bidones de leche arrastrados por un tractor, toboganes de sacos de yute, escalada
de balas de paja, tiro al lazo, dar de comer a los animales de la granja… etc. Diversión
asegurada para grandes y pequeños cuyas edades se encuentran en los
entretenimientos más sencillos. O en los más beligerantes, como los cañones de
manzanas donde la rica fruta es el proyectil para hacer diana en unos
bidones o unos coches situados en la distancia. El año pasado los cañones eran
de calabazas. Una buena pieza de artillería. Estoy segura de que en una granja
con ese tipo de armamento no habrá malvado que se atreva a perseguir a nadie.
Al menos yo me sentí tranquila.
Post-post:
La película “Los niños del maíz”, basada en una novela de Stephen King y rodada en 1984, explota las plantaciones de maíz para inspirar miedo. En un pueblo agrícola en Nebraska, un ser demoníaco incita a los jóvenes a matar a todos los adultos mediante unos rituales terribles para garantizar el éxito de la cosecha del maíz. Considerada como una película de culto dentro del cine de terror, su éxito comercial llevó a que se filmaran 6 secuelas y un remake. Yo no la vi en su momento y me moriré sin verla. Eso seguro.
La película “Los niños del maíz”, basada en una novela de Stephen King y rodada en 1984, explota las plantaciones de maíz para inspirar miedo. En un pueblo agrícola en Nebraska, un ser demoníaco incita a los jóvenes a matar a todos los adultos mediante unos rituales terribles para garantizar el éxito de la cosecha del maíz. Considerada como una película de culto dentro del cine de terror, su éxito comercial llevó a que se filmaran 6 secuelas y un remake. Yo no la vi en su momento y me moriré sin verla. Eso seguro.
Y si queréis saber un poco más de la granja a la que fuimos podéis pinchar aquí.
Recuerdo la peli "Los chicos del maíz" con terror todavía y hasta los campos de girasoles me dan miedo por esa película.
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