Cada año se venden en Estados Unidos entre 25 y 30 millones de árboles de Navidad y actualmente están creciendo en este país más de 350 millones de estos arbolitos para ser destinados a la venta. Cuando leí estos datos en un folleto que me llegó de la Asociación Nacional de Arboles de Navidad (realmente hay asociaciones para todo) me quedé puesta. “¡Qué barbaridad!, pensé, ¡Cómo son estos americanos! ¡Qué poco respeto por la naturaleza! ¡No me extraña que Estados Unidos se haya salido del Acuerdo de París sobre el cambio climático!”
Durante años, me han vendido la moto de que no eres ecológico si pones un árbol de Navidad natural en tu casa, de que es muy frívolo arrancar esos árboles de su hábitat para llenarlos de luces horteras, guirnaldas de plástico y bolas de colorines solo por unos días. Nunca he estado muy de acuerdo con esos comentarios porque a mí me gusta esa tradición, no creo que mis árboles queden horteras al adornarlos y cuando son naturales, me encanta el olor que desprende su resina al calor de la calefacción. Pero tengo que reconocer que me irrita bastante recoger las agujas que se caen a diario y andar vigilando el nivel del agua, así que hace años que sucumbí a los árboles artificiales justificando mi pereza con argumentos ecologistas y diciéndome que yo sí respeto la naturaleza. Y resulta que ha venido la Asociación Nacional de Arboles de Navidad a decirme que lo peor de lo peor y lo más antiecológico es tener un árbol de Navidad artificial.
El folleto destacaba que los árboles de Navidad naturales son un recurso renovable y reciclable mientras que los artificiales están hechos con plásticos no biodegradables y con algunos metales nocivos. Que todos los Estados de Estados Unidos cultivan árboles de Navidad naturales mientras que el 80% de los artificiales están hechos en China. Que existen más de 4.000 programas locales de reciclaje de árboles de Navidad en lo largo y ancho del país y que por cada árbol talado se siembran de 1 a 3 semillas. Y que, encima, esta industria emplea a más de 100.000 personas. O sea, que cortar árboles de Navidad es bueno para la naturaleza, para el empleo, para la redistribución de ingresos y para no darles dinero a los chinos.
Cuando leí el folleto, mi árbol ya estaba puesto y, como ya conté en años anteriores (ver entrada Estate sales), se encontraba dando vueltas sobre su eje en el salón de mi casa (tengo que reconocer que eso de que el árbol sea giratorio sí que es un poco hortera, pero al comprarlo en una venta de garaje de segunda mano no me percaté de esa inusual cualidad). Así que decidí que este año mi árbol de plástico se quedaba, pero que para el año que viene buscaría uno natural. Me metí, pues, en la página web de la asociación a ojear los diferentes tipos. Y me volví a quedar puesta. ¡Había 11 clases de árboles diferentes y cada uno tenía un párrafo que lo describía para que pudieras elegir el que mejor se adaptara a tus necesidades! Estaba el “White pine”, que no se recomienda para adornos pesados y que tiene poco aroma; el “White spruce”, que es excelente para los adornos pero que huele mal cuando sus agujas se parten; el “Fraser fir”, de bonita forma y cuyas agujas aguantan bastante; el “Colorado blue spruce”, el “Concolor fir”, el “Douglas fir”, el “Balsam fir”, el “Scotch pine”, el “Noble fir”, el “Leylan cypress” y el “Virginia pine”. No sé por qué, me estresé un poco.
A continuación, explicaban una serie de consejos para ayudarte a decidir: 8 links más para leer si pensabas comprar tu árbol en una tienda y otros 8 si tu intención era ir a una plantación a elegirlo y cortarlo. No sé por qué, pero cada vez estaba más indecisa. Los “tips” para mantenerlo en buen estado en tu casa eran otros 15 y las opciones para reciclarlo al final de la Navidad eran 11. Parecía que estaba recibiendo información para suscribir una hipoteca millonaria en vez de para comprar un simple arbolito de Navidad.
Creo que, de momento, me lo voy a pensar. Al fin y al cabo, mi árbol chino giratorio no biodegradable y cargado de metales nocivos se guarda en una bolsa ex profeso cuando acaba la Navidad y once meses después está en el mismo sitio esperando para ser decorado sin manchar ni dar mal olor cuando se le parte alguna ramita de plástico. Y eso tampoco está tan mal, ¿no?.
Fotos: Noble Mountain
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