lunes, 3 de octubre de 2016

De ratones y hombres

Llevaba unos días viendo en la cocina unas cositas negras y alargadas, parecidas a las semillas de sésamo, que me extrañaban. No me hizo falta indagar mucho para descubrir que eran cagaditas de ratón. ¡Horrorrrrr! ¿Qué hago, si nunca me he tenido que enfrentar a semejante cosa en mi vida, si aún estoy maravillada por haber descubierto de lo que se trataba? ¿Me cambio de casa, llamo a una empresa de control de plagas? ... A ver, un poco de calma.

San Google vino en mi auxilio. En cuestión de media hora adquirí toda la teoría. Resulta que a los ratones les encanta andar por el interior de los hornos  (no donde se ponen las bandejas, sino por la estructura) porque en su material aislante encuentran un cobijo natural y están calentitos. Resulta también que si uno no los detecta a tiempo se pueden comer todo ese material y acaban haciéndote tirar la cocina entera. Por otra parte, detestan el olor de la menta, lo que la convierte en una barrera natural  pero les encanta la mantequilla de cacahuete, lo que hace de ella el mejor cebo para atraerlos.

Con tan profusa información me fui al Home Depot, el equivalente americano del Leroy Merlin (que en español sería “Elrey Merlín”, ¿pero Merlín no era un mago?) a ver qué soluciones me podía aportar. Por supuesto, como siempre en Estados Unidos, había multitud de opciones y supongo que al verme tan concentrada en su estudio se me acercó uno de los dependientes ofreciéndome su ayuda. Me sigue asombrando lo atentos que son, lo bien que te escuchan y las opciones que te plantean. ¡Me preguntó que cuáles eran mis intenciones con respecto al ratón que quería atrapar: liberarlo o exterminarlo! Me quedé un poco puesta y aunque se me pasó por la cabeza que me denunciara a la Sociedad Protectora de Animales, decidí ser sincera y confesar que lo que realmente quería era cargármelo, a él y a toda su posible familia, y no volver a sentir la presencia de algo semejante dentro de mi casa. No se ofendió y de momento no me ha denunciado, pero  automáticamente desechamos una buena parte de los productos expuestos.

Hay amigos que nunca fallan
Aparte de venenos de todo tipo que los deshidratan o les licúan la sangre para que se vayan a morir a otro sitio (esto me lo contó mi amiga Ana hace muchos meses, cuando su perro se comió el veneno y tuvo que ir de urgencias al veterinario, y me dejó impresionada), resulta que las trampas son también variadísimas. Las más caras son unas en las que el ratón queda aprisionado en su interior y por afuera una flecha te indica si ha “picado” o si la trampa sigue libre; tú nunca ves al animalito porque tiras a la basura el artefacto con bicho dentro: 7 $ la pieza. Luego hay otras también desechables en las que el ratón queda atrapado, lo ves (con sus pelitos y bigotitos, imagino) pero coges el artefacto por un asa que tiene a un lado y lo tiras tal cual a la basura: 2 por 3,5 $. Y luego están las de toda la vida, las de madera que salen en los dibujos animados que parece ser que son las más eficaces, pero ahí no solamente ves al animalito sino que tienes que liberar al cadáver con tus propias manos y ocuparte tú de su funeral. Su precio imbatible (4 por 2 $) y su marca Víctor, que me recordó a un buen amigo, hicieron que me decidiera por ellas con la seguridad de que Gabriel, mi valiente y gallardo marido, mi héroe, se haría cargo de la parte desagradable. El dependiente me felicitó por mi decisión y volví a casa tan contenta.

Pero, ay amigos, no es tan fácil colocar la trampa. Ya tenía la maquinita, el queso, la mantequilla de cacahuete (decidí hacerle una receta infalible para el cebo combinando ambas cosas) pero no había manera de que se sujetara; metí la barra lateral por un agujero pero así no saltaba ni aunque el ratón utilizara el pedal a modo de trampolín como hacía Jerry en “Mouse Trouble”, aquel fantástico capítulo de Tom & Jerry. Y de nuevo Google vino en mi ayuda. En un vídeo de 9 minutos, Louis, el Presidente de American Rat Control, me enseñó cómo hacerlo con un profesionalismo, una claridad expositiva y una eficacia absoluta (he aquí otra cosa que me deja puesta y que merecerá otro post: la seguridad que todos los americanos demuestran cuando te hablan de su tema, ya sea astrofísica, desatascar una tubería o preparar una trampa de ratón).

Trampas colocadas (puse 2) en el cajón de debajo del horno. Por si acaso, de segundo plato, veneno deshidratante. Y a seguir con mi vida intentando olvidarme un poco del asunto.

Hoy, nada más levantarme a las 6:30 de la mañana, fui a la cocina, abrí el cajón del horno y …. ¡había premio! ¡Bravo por Víctor!. Gabriel hizo le hizo los honores con la portada de The Washington Post y yo, con mis guantes desechables azules de latex, he vuelto a cebar la trampa, no vaya a ser que tengamos más okupas y que, acabe sumida en una Gran Depresión, compartiendo el nombre de la época en la que se desarrolla la novela de Steinbeck “De ratones y hombres”.


Post-post.  
-  No dejéis de ver el cortometraje “Mouse Trouble” de la serie Tom & Jerry. La “simple mouse trap” que yo utilizo es uno de los 13 métodos que Tom usa para intentar deshacerse de Jerry. Este corto, dirigido por William Hanna y Joseph Barbera y estrenado en noviembre de 1944 por la Metro-Goldwyn Mayer, ganó el Oscar de ese año al mejor cortometraje animado. Es simplemente fantástico. https://vimeo.com/45237443

 - “De ratones y hombres” (“Of mice and men”), publicada en 1937, es una de las novelas que tienen que leer mis hijos este año en el colegio. John Steinbeck, premio Nobel de literatura en 1962, cuenta en ella la historia de dos trabajadores del campo que vagan en busca de empleo por California durante la época de la Gran Depresión. Que yo sepa se han hecho dos películas basadas en esta novela. La primera (que en España se tituló “La fuerza bruta”) es de 1939 y fue dirigida por Lewis Milestone; con ella consiguió 4 nominaciones a los premios Oscar. La segunda, de 1992, fue dirigida por Gary Sinise, quien también la protagoniza junto con John Malkovich.

3 comentarios:

  1. Ya puedo empezar con alegría mi semana. GRACIAS!

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  2. Ja, ja, ja Que bueno, Eva. Las trampas Victor son muy eficaces y para toda la vida.

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