lunes, 4 de febrero de 2019

El día de la marmota

Phil salió de la madriguera, no vio su propia sombra y unos cuantos hombres disfrazados de personajes del siglo XIX dictaminaron, ante una abundante multitud, que una maravillosa primavera está a punto de llegar. El día de la marmota fue anteayer, el 2 de febrero. Reconozco que no me levanté a las 7 de la mañana para ver la réplica del espectáculo que organizaban en el centro de Washington (DC) ni me desplacé al pueblo con el impronunciable nombre de Punxsutawney, en Pennsylvania, donde desde 1886 se celebra el ya tradicional y mundialmente conocido evento (y eso que tampoco me quedaba tan lejos, a unas cuatro horas, nada para este país). Pero vi los vídeos, seguí la historia y me quedé puesta con cómo la gente desafiaba las temperaturas más gélidas de los últimos años para ser testigo de la mítica capacidad de una marmota de predecir un largo invierno o una primavera temprana. No sé cómo me lo pude perder y desperdiciar la oportunidad de ver a Phil, la marmota inmortal, a la que llevan 133 años despertando de su hibernación para buscar su sombra. Porque aseguran que es el mismo animal que, gracias al ponche mágico que le dan a beber cada verano durante el “picnic de la marmota”, ha conseguido superar la esperanza de vida media de 6 a 8 años del resto de ejemplares de su especie.

La verdad, el tiempo no animaba mucho a salir de casa. En el área metropolitana de Washington DC no hemos llegado a las temperaturas del medio oeste norteamericano, pero estuvimos en la zona de influencia del vórtice polar con mínimas de -15ºC y máximas de -8ºC. Me sorprendí, de nuevo, como cuando estábamos en Kuwait con calores que llegaban a los 52ºC, consultando cada dos por tres el termómetro con la curiosidad morbosa de ver si las temperaturas se extremaban un poco más. 

Yo no asomé ni la nariz al exterior, calentita en mi madriguera como la pobre marmota Phil hasta que llegaron esos desaprensivos, como todos los años, a sacarla de allí el 2 de febrero. El mismo día en el que, en México, celebran el día de la Candelaria y aquel a quien le ha tocado el haba del Roscón de Reyes tiene que pagar los tamales para los mismos convidados del 6 de enero. Unos se juntan por la mañana a pasar un frío horroroso para ver cómo sacan a un roedor de una caja y organizan un circo a su alrededor mientras otros se reúnen por la tarde a disfrutar de un delicioso tamal con un rico chocolatito y un puñado de familiares y amigos. No tengo dudas de con qué tradición quedarme. Pero estamos en Estados Unidos y aquí toca marmota.

Post-post:
En el año 1993, tras el estreno de la película “El día de la marmota”, protagonizada por Bill Murray y escrita y dirigida por Harold Ramis, la expresión “groundhog day” (“día de la marmota”) entró en la cultura popular americana para implicar que algo se repite muchas veces. En la película, el protagonista, un meteorólogo, se encuentra inexplicablemente aprisionado en el tiempo despertándose todos los días con la misma canción de Sonny & Cher (“I Got You Baby”) y en la misma fecha, un 2 de febrero. Yo casi hubiera preferido que sonara  alguna versión de la conocida melodía “Ground Hog”, del folclore del sur de los Apalaches, que cuenta la historia de un grupo de cazadores que trata de capturar a la marmota que da título a la canción, como ésta de The Watson Family.

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