En el instituto de mi hijo hay una profesora de ciencias que es todo un personaje. Vive en una granja rodeada de animales y el año pasado, cuando en pleno invierno le nació una camada de cerditos y uno tenía algún problema en las patas traseras, no dudó en llevarlo todos los días al colegio y habilitarle una esquina del aula para que pudiera estar bajo un foco de calor y controlado. El marrano fue durante varias semanas la sensación de la clase y, según mi hijo, se portaba muy bien, era muy limpio y no alteraba con sus gruñiditos el ritmo de las explicaciones.
Ella habla con un profundo acento americano, sus clases son muy divertidas y sabe cómo crear expectación entre sus alumnos. En el mes de diciembre no repite ni un solo día de jersey, todos de tema navideño. Cada noche mi hijo me los describía con todo lujo de detalles: uno tiene un Santa Claus dando de comer a los renos, otro una imagen de un fuego en una chimenea ante la que cuelgan (literalmente y tridimensionalmente) las botas donde dejar los regalos; están también el de un árbol de Navidad con luces que se encienden y se apagan o el de Papa Noel esquiando en una montaña llena de pompones blancos que representan copos de nieve… Al principio pensaba que era una peculiaridad de tan excéntrica profesora pero no tardé en darme cuenta de que la maestra, en realidad, estaba haciendo gala de su magnífica colección de ugly Christmas sweaters o jerseys feos de Navidad, todo un género en los Estados Unidos por estas fechas.
Jersey original de los años 80. Más bonito que los de ahora. |
Este fin de semana tuve mi primera Ugly Christmas sweater party y, claro, tuve que documentarme un poco. Al parecer, los jerseys con temas navideños empezaron a comercializarse a gran escala en los años 50, cuando la Navidad se convirtió en un producto de mercado. Hasta ese momento lo que existía era el típico jersey con motivos invernales tricotado con dos agujas por la abuela, que había que ponerse obligatoriamente para ir a hacerle una visita y agradecerle el regalo aguantando los picores producidos por la lana. El punto común en ambos era la vergüenza que podían provocar en quien los llevaba si se encontraba a algún conocido de camino a casa de la abuela. Tal vez por ello gozaron de una modesta popularidad. Pero en los años 80 se convirtieron en objeto de la adoración de las masas a raíz de un programa de televisión cuyo protagonista era un fanático de los jerseys de punto con diseños intrincados y colores de temporada. También contribuyó el que la película National Lampoon’s Christmas Vacation, protagonizada por Chevy Chase, diera muchos minutos de metraje a estos jerseys, ridículos hoy en día y que, quizás, incluso, lo fueran ya un poco en aquella época.
Los años 90 pasaron sin pena ni gloria para estas prendas pero en el año 2002, y según un libro que ojeé, dos canadienses de Vancouver decidieron hacer una fiesta navideña en un salón de baile, a la que, para darle un aire acogedor y familiar había que ir vestido con un ugly sweater. Las malas lenguas dicen que los canadienses, que tienen un poco de fama de tacaños, quisieron aprovechar las pilas de jerseys que se amontonaban en los armarios de sus padres y de sus abuelos. El caso es que nadie imaginaba que ese atuendo, que para unos es una crítica a los excesos navideños y para otros la exacerbación del propio espíritu navideño, se convertiría en un fenómeno cultural que traspasaría fronteras.
Puedes rebuscar en el baúl familiar y ponerte uno que huela a naftalina, o pagar miles de dólares por uno de grandes diseñadores como Dolce&Gabanna o Riccardo Tisci; puedes ir a una franquicia de tienda de ropa a comprarlo o elegir entre los miles que ofrece Amazon o las distintas páginas web de empresas especializadas en estas prendas, pero no puedes ir a una Ugly Christmas sweater party sin llevar uno. Será una inversión porque seguro que te lo pondrás año tras año si vives en estas latitudes. Como era mi primera fiesta, yo me puse uno discreto pero para el año que viene elegiré el más feo entre los feos. Aunque creo que tras mi pequeña investigación ya estoy curada de espantos y, he de confesar, que incluso al del árbol de Navidad con protuberancias que hacen el efecto de ramas cargadas de regalos, con luces y sonidos incorporados, le he llegado a ver su gracia. A fea y a navideña no va a haber quién me gane.
Foto jersey vintage: wikipedia
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