Hoy, a las 8:15 de la mañana, sonó el
teléfono. Aquí no es una hora temprana. Nos habíamos levantado como siempre a
las 6:15, Adela ya había cogido su autobús escolar a las 7:00, Gabriel se había
ido en coche a trabajar y Miguelito hacía 20 minutos que había salido con su
bicicleta rumbo al colegio. Como veis, utilizamos una variedad de medios de transporte,
pero a mí me encanta el autobús escolar.
El Condado de Montgomery, Maryland, en
donde tenemos el privilegio de vivir, es popular en todo el país por su
calidad educativa y por los fantásticos medios de lo s que disponen los
colegios. Y los autobuses escolares no podían ser menos.
Los archiconocidos autobuses amarillos,
puntualmente y de forma totalmente gratuita, recogen y dejan a tus hijos en la
parada designada, que suele estar muy próxima a tu casa (yo veo a mi hija
pequeña desde la ventana). Pero es que el Condado de Montgomery es muy grande y
transporta diariamente a 100.000 estudiantes ida y vuelta casa/colegio/casa y
aquí es donde se demuestra la fantástica capacidad organizativa de los
americanos.
Hay que reconocer que tienen una flota
enorme de autobuses (1.267, según datos oficiales) pero la misma flota da servicio
a los cuatro tipos de colegios que existen en este país: Elementary
(equivalente a nuestra Primaria), Middle School (equivalente a nuestros 6º EP y
1ºy 2º ESO), High School (equivalente a nuestros 3º y 4º ESO y 1º y 2º Bachiller)
y Magnet Schools (que son una especie de Middle school pero especializados en
áreas educativas: tecnología, ingeniería, artes, sociales, etc). Para ello las
horas de entrada y de salida de las diferentes etapas educativas están escalonadas
y con independencia de que yo me pase buena parte de la mañana poniendo
desayunos para mis tres hijos, cada uno en un colegio distinto, este sistema les permite maximizar el uso de sus
autobuses y de sus chóferes.
Ana subiendo a su autobús |
Los autobuses escolares no transportan a
todo el mundo. Hay que vivir a una distancia mínima determinada del colegio para
poderte acoger a este servicio, distancia que, lógicamente, va aumentando en
función de los grados escolares; así, los alumnos de primaria tienen que vivir
a más de 1 milla, los de intermedio a más de 1,5 millas y los de High School a más
de 2 millas. El resto tiene que ir por sus medios sea andando, en bicicleta,
en coche o como buenamente quiera.
Y he aquí la razón de que Miguelito vaya
todos los días en bicicleta, porque, para su desgracia, ya que le hace mucha
ilusión coger el autobús, no vivimos lo suficientemente lejos de su colegio.
Así que cada mañana, con frío o calor, ata su trompeta a la baca de la
bicicleta y pedalea rumbo a su escuela. Pero esta mañana, a mitad de camino, se
le enganchó una cinta en los piñones de la bicicleta, no conseguía sacarla y un
alma caritativa le prestó un teléfono para llamarme (debe de ser el único niño
del colegio que no tiene móvil: desgracia nº 2). Así que me tocó ir a buscarle,
meter la bici atascada en el maletero y llevarle al colegio.
Cuando yo regresaba a casa, ya no era temprano para los usos
locales, me llamó la atención una joven que paseaba el perro. Llevaba el pelo
revuelto recogido en una coleta, unos pantalones floreados asomaban debajo de
una prenda rosa anudada a la cintura, y me dí cuenta de que iba, tan
tranquilamente, en pijama y bata por una calle bien transitada. Adela, mi hija
mayor, me contó el año pasado muy asombrada que varios de sus compañeros iban en pijama al colegio. Ni ellos se cortan un pelo, ni a
nadie, profesores o director incluido, le llama la atención. Yo me he vuelto a
quedar puesta. Sé que por muchos autobuses que pongas y muy bien que los
organices, es muy difícil evitar que a los chavales se les peguen las sábanas,
ya sea para pasear al perro o para ir al colegio. Pero también sé que uno sale
a la calle vestido, lavado y peinado. ¿O será que eso ya no se enseña?
Una autentica pildora del sistema educativo americano pero escrito de esa forma tan amena de la que eres una maestra!
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