Quede dicho de antemano que yo no he
cazado en mi vida, no entiendo nada de caza y, aparte de saber lo que es un
coto, desconozco cualquier regulación administrativa al respecto. Pero el otro
día, al leer el periódico, vi una noticia que me dejó puesta. El titular
preguntaba: “Is pink the new orange?” (¿Es el rosa el nuevo naranja?) e
ilustraba la noticia una fotografía de una graciosa gorrita de color rosa
chicle. El subtítulo decía que en el Estado de Virginia se está debatiendo una
ley que permitirá que los cazadores se puedan vestir de rosa. Por supuesto, no
pude más que seguir leyendo.
Resulta que para evitar ser confundidos
con Bambi, los cazadores de ciervos del Estado “dixie” (nombre con el que se
conoce a los 11 Estados que formaron la Confederación en 1860) tenían que
vestirse de color naranja intenso, pero a partir de ahora, podrían también
vestirse de rosa chillón; o sea, que el color favorito de las princesas de
Disney y de Barbie va a empezar a invadir el tradicional mundo machista cinegético.
Y, claro, el debate está servido.
Al parecer, el número de mujeres
cazadoras se ha duplicado en los últimos 15 años y alcanza ya un porcentaje del
19%. Ello supone que uno de cada cinco cazadores es mujer y posiblemente siga
la tendencia alcista alimentada por la imparable incorporación de las mujeres a todos los ámbitos, por una
imagen femenina más fuerte y deportista y, por qué no, por el “efecto tirón” de
personajes de ficción como Katniss Everdeen, la cazadora protagonista de Los
juegos del hambre y que tanto éxito ha tenido entre los adolescentes de los últimos años.
Pero el tema de los colores no es una
frivolidad más. La mayoría de los Estados de la Unión obliga a llevar en la
parte superior del cuerpo una prenda de color naranja liso y visible desde todo
ángulo para distinguir bien a los que practican esta actividad y ahorrarles un
disparo de un compañero. Se señala taxativamente el número de pulgadas
cuadradas (nunca me acostumbraré a este sistema métrico) que ha de tener, el
color exacto (“naranja cazador”, no valen las tonalidades del rojo o el estampado
de camuflaje) y dónde están exentos de llevarla (en las copas de los árboles o
a una altura superior a 12 pies del suelo, por ejemplo). El caso es que muchos
cazadores alegan que tienen los ojos entrenados para distinguir determinadas
formas y colores a los que no se debe
disparar, y el rosa fosforito no es uno de ellos.
Cuando en otoño me llegó a casa un
cuadernillo con publicidad de una tienda de deportes, me quedé puesta. Era un
monográfico dedicado a la caza y en sus 8 páginas había todo tipo de artilugios
además de rifles, escopetas, armeros, cuchillos, desolladores… Me quedé
alucinada viendo la variedad de sillas para acoplar a las copas de los árboles,
tiendas de campaña para dejar suspendidas de los troncos, paraguas para
enganchar en la gorra, trampas, una especie de ataúdes con respaldo reclinable
donde esperar paciente y confortablemente a que aparezca tu presa incluso en barrizales
o flotando en los ríos. Señuelos para todo tipo de aves a cada cual más bonito
(daban ganas de poner unos cuantos de adorno en el jardín), sofisticadísimos reclamos
acústicos, infinidad de binoculares y catalejos, irresistibles cebos de todos
los sabores y olores … vamos, todo lo que una opulenta economía capitalista
pueda ofrecer a un consumidor caprichoso.
Cualquiera de estas cosas habría horrorizado a mi cazador favorito del mundo cinematográfico, el entrañable Dersu Uzala de la película homónima de Akira Kurosawa, o al mucho más duro protagonista de The Revenant (El renacido, en español). Y yo creo que si los hubiera visto vestidos de “naranja (o rosa) cazador” no me habrían provocado el respeto y admiración que sentí por ambos personajes. Porque para ninguno de ellos la caza era algo de color de rosa.
Post-post:
Dersu Uzala (El cazador) es una
producción soviético-japonesa que se estrenó en 1975 y que en plena Guerra Fría
le valió el Oscar a la mejor película extranjera (así de buena es la película).
Comparte con The Revenant los gélidos paisajes y la honestidad de los
personajes protagonistas. Este último filme supuso para Leonardo Di Caprio y el
director mexicano Alejandro González Iñárritu sendos Oscars en la edición del
año pasado.
Foto cazador: m01229
Foto cazador: m01229
Bueno pues si sales a hacer footing por esa zona, como prometiste en tu post..... Cómprate un mono rosa flúor para que no te peguen un tiro.
ResponderEliminarPd. te veo mas de rosa que de naranja.
Besos
Natalia M. desde el desierto de Kuwait
Opulenta economía capitalista, gran frase que lo resume todo, triste, muy triste para mi gusto.
ResponderEliminarJaja. Sigo saliendo a correr aunque por zonas más civilizadas. ¡En cualquier caso a mi, vestida de naranja, de rosa o de azul marino sería difícil no verme!
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