Yo vengo de un país donde a día de hoy la
tasa de paro supera el 16% y donde un 35% de los menores de 25 años no
encuentra trabajo. Por eso, cuando en Estados Unidos veo por todas partes carteles
que anuncian We're hiring (Contratamos
personal) me quedo puesta. Esta semana se ha publicado que el paro en este país
ha descendido al 3,9%, el nivel más bajo desde el año 2000. Niveles muy bajos
de desempleo suponen que hay poca gente para cubrir los nuevos puestos de
trabajo, lo que puede traducirse en que los empleadores tengan que mejorar las
condiciones para atraer a personal o que, si no lo encuentran, se ralentice el
crecimiento económico. Por eso, cuando veo que en determinadas partes de
Estados Unidos están empezando a tomar medidas para seducir a trabajadores que
generen un mayor desarrollo económico me quedo doblemente puesta.
En Branson, una ciudad en las montañas
Ozark, en el suroeste de Missouri, los managers
de diversos negocios asisten a un curso llamado “Hispanics 101” para intentar
atraer a trabajadores de Puerto Rico que con, casi un 11%, es el Estado
norteamericano con mayores tasas de desempleo. El taller enseña a los mandos
intermedios a bailar merengue y algo de español con la idea de que aprendan a
ser más cálidos y acogedores con los forasteros. Los encargados de recursos
humanos de hoteles, hospitales, ferreterías o bancos han pagado 50$ para
aprender a mover ortopédicamente las caderas en su ingenuo intento de cubrir
esas vacantes que siguen sin personal. La economía depende de ello. En el mes
de abril, con la temporada turística a punto de comenzar, esta remota ciudad de
11.000 habitantes conocida por sus teatros-restaurantes, conciertos de country
o un museo de réplicas de dinosaurios seguía
con más de 2.000 puestos vacantes y pocos lugareños que los quisieran cubrir.
Enseñar a los locales a ser menos hostiles con los extraños es su forma de
competir con otros Estados como Maine, Wisconsin o Indiana, por ejemplo, que
también están cortos de trabajadores y donde les ofrecen alojamiento o coches gratuitos y
salarios más altos. Todos saben que los necesitan para que sus economías
despeguen.
Los estudiantes nutren también el mercado
laboral norteamericano, mayoritariamente en el sector servicios. A partir de
los dieciséis años se puede trabajar en Estados Unidos y muchos hijos de mis
amigas, que terminan este año el instituto, ya lo hacen para sacarse un dinero que
ayude a pagar la universidad o sus gastos de bolsillo. Puestos de camareros o
dependientes, principalmente, donde se les exige como a un trabajador más y con
jornadas de 30 horas que tienen que compatibilizar con las largas jornadas
escolares o con los exámenes. Quince dólares la hora por trabajar en los
multicines del centro comercial alternando funciones cada día: vender entradas,
recogerlas, atender la sección de palomitas o refrescos, limpiar los baños o
servir en el bar de bebidas alcohólicas. Diez dólares la hora como camarero en
prácticas en un conocido restaurante de la zona, sin derecho a propinas y,
cuando ya te consideran formado, siete dólares por hora con acceso al reparto
de propinas. Un mínimo de cinco horas diarias y de seis días por semana.
Trabajo duro, sin duda. Nadie hace ningún favor a nadie. Bienvenidos al mundo
real, queridines.
Yo vengo de un país donde la mayoría de
los encargados de recursos humanos de las empresas no necesitan ingeniárselas para atraer a
trabajadores porque con chascar los dedos les llueven miles de curriculum encima
de sus mesas; donde, tras haber terminado sus estudios sin haber trabajado en
su vida porque, entre otras cosas, es imposible conseguir un empleo de media
jornada, los hijos de mis amigas se matan a trabajar como becarios mientras se
sienten estafados por aquellos que, encima, consideran que les están haciendo
un favor al contratarles. Y eso, tristemente, es un mundo no menos real.
Post-post:
Ozark es un pueblo en Missouri, unas
montañas que se extienden en el centro de Estados Unidos por Arkansas, Kansas,
Missouri y Ohlahoma y que atraen a miles de turistas y una serie de televisión
que está muy bien. Cuenta la historia de un asesor financiero que, tras haberle
salido mal una operación, tiene que dejar Chicago y trasladarse con su mujer e
hijos a vivir en el enclave vacacional que da título a la serie. Interesante y
entretenida.
Fotos: Cephas
Me vi la primera temporada de Orzak ¿ha salido la segunda?
ResponderEliminarLa verdad es que a mi me da pena que durante sus vacaciones trabajen ya que les espera una dura vida por delante, y luego esos sueldos por hora de 7, 10 $ me parecen una vergüenza ¿cuánto sale un capuchino en Starbucks?
Que yo sepa, solo está la primera, Nat.
EliminarA mí me daría pena, en efecto, que trabajaran todo el día, pero la media jornada me parece estupenda. Sobre todo cuando la otra opción del veraneo es levantarse a las 11 y no hacer nada en todo el día. ¡Qué desperdicio!
Gracias por estar ahí.