Tardé mucho tiempo en darme cuenta de que
aquí nadie se llama Jesús. O Jesus. Sabes que John es Juan, que Charles es
Carlos, que Mathew es Mateo, que Julian es Julián y que luego hay nombres más
anglófonos para los que no tenemos traducción como Owen, Ethan, Kevin o Jason.
Pero cuando mi hija dijo en el colegio que su primo se llamaba Jesús sus
compañeros se quedaron boquiabiertos. “No
way!. ¡Eso es como si se llamara Dios, o Jehová o Alá!”. Mi hija no supo
explicarles que Jesús no es un Dios, sino un profeta, como Mahoma, cuyo nombre
llevan millones de musulmanes pero luego me lo contó a mí en casa y me quedé
puesta. Es verdad, no había escuchado en ningún momento el nombre de Jesús en
este país.
“Jesus” existe como palabra en Estados
Unidos para hablar del hijo de Dios o como exclamación, pero a ningún americano
se le ocurriría llamar a su hijo Jesús. Intrigada, le pregunté a una amiga
americana y me dijo que ella pensaba que en la cultura latina, mucho más
católica que la anglosajona, utilizamos el nombre Jesús de la misma manera que
damos a nuestro hijo el nombre de un familiar al que queremos mucho. En cambio
los americanos no usan Su nombre para demostrar respeto, de la misma manera que
cuando se retira un jugador de hockey que ha sido muy bueno nunca se vuelve
a dar su número a otro jugador. La respuesta me encantó y me mostró, una vez más, la
facilidad que tienen los americanos para utilizar ejemplos cercanos que
permitan hacer entender sus ideas. A mí nunca se me habría ocurrido una
analogía así.
Y el ejemplo del hockey no es fortuito. En
Estados Unidos hay más aficionados a este deporte que católicos, especialmente
al hockey sobre hielo. Nuestro vecino, de 11 años, cuando tiene un rato libre
se disfraza de arriba abajo con todas las protecciones posibles y se pone como
loco a lanzar el disco a la portería que coloca delante de su casa; hay
montones de pistas de patinaje y la que está al lado de nuestra casa ya está
abierta a las 7 de la mañana y llena de padres sacrificados que llevan a sus
pequeñines de 5 años al curso de iniciación al hockey. Para hacer eso ya te tiene que gustar … y
mucho.
St Nicholas en 1901 |
La primera pista artificial de patinaje
sobre hielo en EEUU se abrió, precisamente, en Maryland, el Estado en el que
vivimos, en 1894. Parece ser que el deporte se extendió en este país procedente
de Canadá donde se jugaba en los lagos helados en los meses de invierno y ha
perdurado hasta hoy. Dos años después tuvo lugar la primera liga en los Estados
Unidos en la ciudad de Nueva York, donde se acababa de construir la segunda
pista de hielo artificial, la llamada St Nicholas Arena. Hoy en día, la liga
nacional de hockey cuenta con 24 equipos estadounidenses y 7 canadienses que
compiten por la Stanley Cup cuya
final tuvo lugar, precisamente, hace unos días. Y la ganaron los Washington
Capitals, que han tardado 43 años en conseguirla. Yo no entiendo ni poco ni
mucho de hockey sobre hielo pero me sumo al entusiasmo que me rodea. “Go caps!”.
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