Cuando estuvimos en Charleston, Carolina
del Sur, le preguntamos al mozo del hotel por un restaurante donde ir a cenar.
Era un hombre de color, grueso, alegre y parlanchín y, con un fuerte acento
sureño a lo “señorita Escarlata” de “Lo que el viento se llevó”, nos hizo una
extensa relación de lugares recomendados. Cuando ya había terminado añadió su
favorito, un chamizo alejado del centro histórico, una simple barraca de madera
donde preparaban, según él, el mejor pollo frito del Sur: Martha Lou’s Kitchen.
El día se nos hizo corto con todo lo que
había que visitar, la noche nos cayó encima, los niños estaban cansados, no
querían dar un paso más y nos quedamos sin ir a cenar a la cocina de Martha
Lou. Al día siguiente continuábamos nuestro viaje pero el recuerdo del brillo
de los ojos de aquel maletero al hablar con tanto entusiasmo del pollo frito
nos hizo desviarnos de nuestra ruta y pasar, ¡a las 10:30 de la mañana!, por
las puertas del restaurante.


Eso del cacahuete no me extrañó porque
desde que entras en Virginia y atraviesas Carolina del Norte y del Sur y Georgia vas
viendo anuncios de plantaciones de cacahuetes. El ex-presidente Jimmy Carter, por ejemplo, fue un ilustre "cacahuetero". Este producto no se introdujo en
la zona hasta mediados del siglo XIX, cuando se fueron retirando las
plantaciones de algodón de la época esclavista; sin embargo, penetró con fuerza
y ahora EEUU es el tercer productor mundial, después de China e India. Todos sabemos de la mantequilla de cacahuete pero, además, por todas partes vimos puestos callejeros de cacahuetes frescos hervidos que, al parecer, son también un símbolo
de la cultura y gastronomía sureñas.

Cuando después de un buen rato nos fuimos
con nuestro pollo frito y entramos en el coche, los niños salieron de su mundo
electrónico a la llamada del aroma y allí mismo, dentro del coche, entre los
cinco y a las 11:30 de la mañana, nos comimos en un santiamén lo que iba a ser
nuestro picnic.
Ya de vuelta en casa quise probar el
aceite de cacahuete. Desde entonces, no entra otro en mi freidora y cada vez
que la enciendo me acuerdo de esa parada fortuita en Charleston que se ha
convertido en uno de los hitos de nuestro primer año en Estados Unidos.
(Si alguna vez vais, buscad en
el libro de visitas los trazos de un mapamundi que Martha Lou le hizo dibujar a
Gabriel para dejar constancia de que unos españoles habían pasado por allí).
Post-post:
Y si os apetece intentar hacer este pollo
en vuestra casa, aquí os pongo la receta. Esta es la receta oficial pero…
¡recordad el secreto!
Ingredientes:
- aceite de cacahuete, para freír
- 4 tazas de harina
- sal y pimienta al gusto
- 2 pollos enteros, cortados en cuartos
- 2 tazas de leche
- 2 huevos

Calentar el aceite de cacahuete en la
freidora a temperatura de 325ºF. Colocar harina en un cuenco grande, sazonarla
con sal y pimienta y reservar. Aliñar también el pollo con sal y pimienta y pasarlo por la harina sacudiendo el exceso. Batir la leche con los huevos en otro cuenco y, por partes, ir bañando el pollo
en la leche y echarlo en el aceite. Darle la vuelta ocasionalmente hasta que el pollo esté hecho por dentro y
dorado por fuera, entre 15 y 20 minutos. Poner en papel absorbente y dejar
reposar 5 minutos antes de servir.
Y nada mejor para acompañarlo que esta canción de Zac Brown Band con aires sureños: pincha Chicken fried