lunes, 19 de junio de 2017

El lado oscuro

Recopilando datos en Anacostia
Washington tiene un lado oscuro fascinante que ha servido de telón de fondo de grandes producciones cinematográficas y televisivas. Ciudad de espías que se camuflan entre la población en la época de la Guerra Fría (“The Americans”). Ciudad de conspiraciones políticas, como la del Watergate que en los años 70 obligó a Nixon a dimitir (“Todos los hombres del Presidente”) o de intrigas gubernamentales en la Casa Blanca (“House of Cards”, que retrata situaciones de ficción pero cada vez más creíbles con esta nueva Administración). Ciudad de magnicidios, como el de Lincoln (que le valió varios Oscars a Steven Spielberg en su película homónima). 

Washington tiene también un pasado convulso, de violentos disturbios raciales, de inseguridad e insalubridad difícilmente imaginable en estos días y que yo descubrí no gracias al cine sino a la literatura, hace mucho tiempo, en una época en que ni se me habría pasado por la cabeza que algún día viviría aquí.  Una realidad que había prácticamente olvidado hasta que una vez, paseando por el centro, se me despertó el apetito y decidí buscar un sitio para comer.

Hay en la Calle U un lugar de visita obligada para matar el hambre: el Ben’s Chili Bowl. Sus paredes están cubiertas con fotografías de cientos de visitantes ilustres. La especialidad no es nada del otro mundo: perritos calientes con chile.  La calidad tampoco es alucinante, sus “half-smoked” no me parecieron para tirar cohetes.  Pero cuando fui la primera vez, el mobiliario de los años 50 del interior, las fotografías de los que por allí habían pasado, el tipo de clientela que seguía asistiendo… me hicieron recordar las escenas de un libro que cayó en mis manos, por casualidad, una sofocante noche de verano en que no podía dormir: “Revolución en las calles”, de George Pelecanos.

El escritor, que es conocido por sus novelas policiacas y por ser el guionista y productor de la serie “The Wire”, sitúa la novela en la que a mí me parece la época más convulsa e interesante de la capital de los Estados Unidos. La trama refleja cómo la mayoritaria población de color fue poco a poco apartada de sus áreas de residencia ante la presión  urbanística impulsada por los blancos; cómo se sucedieron los enormes disturbios de 1968 tras el asesinato de Martin Luther King Jr. y cuáles fueron sus repercusiones, aspectos todos clave para entender las tremendas transformaciones experimentadas por la ciudad hasta el día de hoy.

Una época de la que el restaurante fue testigo y superviviente. Consiguió ser el único negocio abierto después del toque de queda durante la época de los graves altercados prestando servicio tanto a manifestantes y activistas negros como a fuerzas del orden. Sobrevivió a la devastación de esos años y al declive de los años 70 y 80 en que los drogadictos convirtieron la zona en marginal. Resistió, incluso, las largas obras de construcción del metro que obligaron a echar el cierre a los pocos negocios que aún quedaban. A partir de los años 90 las cosas empezaron a mejorar y desde hace años vive momentos de expansión en  una ciudad que nada tiene ya que ver con la que le vio nacer. Pero mantiene su espíritu familiar original, la misma cocinera del chile desde hace 30 años y entre sus mesas se sigue moviendo con soltura la ya anciana y viuda propietaria que cuenta la historia de su local a quien quiera saludarla: Obama, Sarkozy, cientos de políticos, músicos … o una servidora.

Cuando salí de allí inmersa en los recuerdos de la novela de Pelecanos, reparé en el enorme mural que decora el muro exterior, un tributo a los personajes locales y nacionales de la cultura afroamericana. Ahora leo en el periódico que este mural, que está siendo actualizado, es uno de los 65 financiados hasta la fecha con fondos de una entidad pública que tiene el objetivo de motivar y educar a jóvenes artistas a la vez que eliminar graffitis indeseados en la ciudad. Para ello busca constantemente negocios locales que quieran ceder espacio de sus muros y encontró en Ben’s Chili Bowl uno muy adecuado, con una historia que ya no es en blanco y negro sino tan colorista, vibrante y callejera como los rostros que ahora se ven en el muro del callejón de la Calle U.

Post-post.
El Complejo Watergate
El caso Watergate fue un gran escándalo político que se desencadenó a raíz del robo de una serie de documentos de la sede del Partido Demócrata de Estados Unidos y el posterior intento de la administración de Nixon de encubrir a los culpables. El complejo Watergate, donde se produjo el robo, es un conjunto de seis edificios (tres residenciales, dos de oficinas y un hotel) que está situado en el noroccidente de Washington. Tiene un diseño circular, un tamaño imponente y un nombre que evoca ese pasado oscuro que tanto me atrae. Una amiga vive allí y me produce una envidia malsana. Imprime carácter el vivir en un edificio con un nombre cuyo sufijo (“-gate”) ha pasado a ser sinónimo de escándalos políticos en el mundo entero.

Fotos: Gabriel Alou, Creative Commons

4 comentarios:

  1. Eva me ha gustado este artículo, en particular la redacción del Ben's Chili Bowl. Nada como vivir en Washington casi 20 anos sin conocer prácticamente ninguna de las esquinas pintorescas de esta capital del mundo. Me alegra que alguien lo esté haciendo a fondo por muchos que andamos en otros avatares.

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    1. ¡Qué bien verte por aquí, María! Es un sitio curioso, el plan perfecto después de un concierto en el Teatro Lincoln o de la misa gospel de los domingos en la iglesia de San Agustín.

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  2. Fantástica e ilustrativa narración, interesante y bien contada, muy periodística. Me ha encantado.

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    1. Gracias, Lucía. ¡Me alegra que te guste ese lado oscuro!

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