Uno de los puentes más importantes en
Estados Unidos es Memorial Day, una fiesta federal que homenajea a los caídos
en combate al servicio de las fuerzas armadas norteamericanas. Siempre se
celebra el último lunes de mayo y marca de forma no oficial el inicio de la
temporada estival (que se cierra con el puente de Labour Day del primer lunes
de septiembre). El fin de semana de Memorial Day abren todas las piscinas, los
estudiantes entran en modo pre-vacacional y tiene lugar el Rolling Thunder Run
to the Wall, uno de los eventos más americanos que he visto y fiel reflejo de
la idiosincrasia estadounidense.
A las 12 del mediodía de la víspera del
Memorial Day, cientos de miles de motoristas que se han venido congregando
desde primera hora de la mañana en el aparcamiento frente al Pentágono,
encienden al unísono los motores de sus vehículos en lo que viene a ser un
descomunal y ensordecedor trueno (thunder). Desde allí, tras cruzar el Memorial
Bridge, hacen un recorrido completo por el National Mall y terminan en el
Memorial de los Veteranos del Vietnam.
Y es que este evento, que ayer llegó a
juntar a más de 400.000 motoristas, es un acto fundamentalmente patriótico
organizado por una asociación llamada Rolling Thunder que desde hace 30 años
busca no dejar que caigan en el olvido los prisioneros de guerra (Prisoners of War: POW) y los
desaparecidos en combate (Missing in
Action: MIA). Su lema es “You are not
forgotten” (“No estáis siendo olvidados”) y su fin último es recuperar y
repatriar los restos de los soldados estadounidenses que perdieron la vida en las guerras
mundiales, de Corea y del Vietnam.
Como acto patriótico del país más
patriótico en el que jamás haya estado es, cuando menos, abrumador. Las
banderas americanas se cuentan por miles; los colores rojo, azul, blanco y
negro dominan la paleta; las motos, son en su mayoría Harley Davidson, la
motocicleta americana por excelencia (y con el rugido de motor más poderoso,
que también importa para este acto) y ya lleve la moto un hombre o una mujer
(aunque lo habitual es que ellas vayan de paquete saludando y haciendo fotos) la
estética es de motero norteamericano: chaleco de cuero negro, camiseta sin
mangas, barba larga, tatuaje, barriga o michelín bien marcado y vehículo
tuneado a tope. Un espectáculo.
Ya estoy acostumbrada al despliegue de
símbolos patrios que inunda cualquier acto en este país pero me siguen dejando
puesta el respeto, el orgullo y el fervor con el que los norteamericanos exteriorizan
sus sentimientos patrióticos. Y cuando me paré a hacerle una foto a una
camiseta que vendían que decía “Bikers
for Trump” (“Los moteros con Trump”)
una pareja que estaba al lado me dijo “No
tienes que ser motera para llevar una camiseta como ésa. Basta con que respetes
al país” y se abrieron la cazadora y me enseñaron las que ellos llevaban. Y ahí me
volví a quedar puesta al darme cuenta de que la imagen que como española yo
tenía de los moteros estilo Harley y a los que siempre
había visto como jóvenes/rebeldes/antisistema, aquí no es así: en su mayoría son
conservadores, republicanos y con los colores de sus tatuajes ya bastantes
desvaídos entre los pliegues de su piel añosa.
Post-post:
El nombre que da origen a este
evento proviene del bombardeo sobre Vietnam realizado en 1965 llamado
“Operación Rolling Thunder”. Muchos han dicho que el mítico tour de Bob Dylan
conocido como “Rolling Thunder Revue” y que incluyó 57 actuaciones entre 1975 y
1976 en las que le acompañaron Joan Baez, Roger McGuinn o Rambling Jack Elliot
entre otros, también tomó su nombre de esa campaña. Otros dicen que viene del
apelativo del chamán “Rolling Thunder”. La explicación, dijo el propio Dylan,
es más sencilla: el sonido abrumador de unos truenos repentinos le distrajo
cuando en el porche de su casa pensaba en el nombre que le daría a la gira. Sea
como fuere, el tour del actual premio Nobel fue ampliamente documentado en formato
cine, audio e impreso. Otro símbolo entre los símbolos, según Gabriel, el mejor asesor musical y el autor del vídeo que arriba se reproduce.