Cuando yo era pequeña, en la playa de
Gijón se veían mayoritariamente bañadores y algún que otro bikini, pero siempre
con las dos partes puestas . Sólo las más osadas se atrevían a ir al “Tostadero”
y quitarse disimuladamente la parte superior del bikini una vez tumbadas. Cada
verano, sin embargo, se iban relajando más esas costumbres hasta llegar a hoy
en día en que, sin llegar a alcanzar los niveles de nuestras playas
mediterráneas, nadie se asombra de ver un “topless” en cualquier parte de la
playa de Gijón.
Yo solamente he visto tal “naturalidad”
en las playas españolas. Es cierto que los países del Golfo Pérsico en los que
he vivido no son los ejemplos ideales para hablar de playas y bañadores. Allí
apenas te quitas la ropa en una playa pública empiezan a salir de donde menos
te lo esperas “observadores” con intenciones no muy distintas a las de los del
“Tostadero” de Gijón (aunque estos visten “dishdasa” blanca en vez de camisa de
cuadros) lo que hace que se te quiten inmediatamente las ganas de bañarte o
tomar el sol. Pero he estado en las playas y piscinas privadas de Omán, Kuwait,
Dubai o Abu Dhabi , donde se lucen junto con el “burkini” los últimos modelos
de bañadores de las marcas más exclusivas, o en las playas más turísticas de
México, Cuba, Ecuador, República Dominicana... o en las de Sri Lanka o China,
por citar otro punto cardinal y nunca, jamás, he visto a mujeres en topless.
Y en Estados Unidos, tampoco. Es más,
este país tiene una doble moral clarísima en el tema del “topless”. Escotes
descomunales, tangas minúsculos, pantalones mínimos y ajustados,
minifaldas-cinturón… eso no importa. Tampoco importa que la carne mostrada
pertenezca a alguien obeso o esquelético, con una diferencia sustancial en
superficie corporal expuesta. Pero enseñar los pezones en la playa es absolutamente
intolerable para muchos, especialmente si es en un sitio de vacaciones
familiares.

Post-post:
Hooters es uno de esos restaurantes que
salen en las películas americanas del subgénero de “desmadre” estudiantil y que
Gabriel reconoció nada más ver el cartel que lo anunciaba. Reconozco que yo no
tenía ni idea. Su logo es un búho. El
nombre juega con el sonido que hace este animal (“hoot”) y el término en argot
para designar los pechos femeninos que popularizó el actor Steve Martin en la
archiconocida comedia televisiva “Saturday Night Live”. Las camareras o “Hooter
girls” son la principal imagen de la compañía y tienen que ser jóvenes,
atractivas y sexis. Se comprometen a llevar el uniforme del restaurante: camiseta
escotada de tirantes con el logo del buhíto, pantalón corto naranja, calcetines
caídos blancos y deportivas blancas. Ha tenido constantes denuncias por
discriminación y sexismo pero ha alegado la “bona fide occupational
qualification” que permite ciertas excepciones en cuestiones que podrían violar
la ley de derechos civiles del trabajador si la naturaleza del negocio se viera
seriamente afectada por la no aplicación de esa discriminación. Y ahí sigue.
Foto Ocean City: Bill Price III
Foto Ocean City: Bill Price III