lunes, 11 de junio de 2018

Jesús y el hockey

Tardé mucho tiempo en darme cuenta de que aquí nadie se llama Jesús. O Jesus. Sabes que John es Juan, que Charles es Carlos, que Mathew es Mateo, que Julian es Julián y que luego hay nombres más anglófonos para los que no tenemos traducción como Owen, Ethan, Kevin o Jason. Pero cuando mi hija dijo en el colegio que su primo se llamaba Jesús sus compañeros se quedaron boquiabiertos. “No way!. ¡Eso es como si se llamara Dios, o Jehová o Alá!”. Mi hija no supo explicarles que Jesús no es un Dios, sino un profeta, como Mahoma, cuyo nombre llevan millones de musulmanes pero luego me lo contó a mí en casa y me quedé puesta. Es verdad, no había escuchado en ningún momento el nombre de Jesús en este país.
                                                              
 Jesus” existe como palabra en Estados Unidos para hablar del hijo de Dios o como exclamación, pero a ningún americano se le ocurriría llamar a su hijo Jesús. Intrigada, le pregunté a una amiga americana y me dijo que ella pensaba que en la cultura latina, mucho más católica que la anglosajona, utilizamos el nombre Jesús de la misma manera que damos a nuestro hijo el nombre de un familiar al que queremos mucho. En cambio los americanos no usan Su nombre para demostrar respeto, de la misma manera que cuando se retira un jugador de hockey que ha sido muy bueno nunca se vuelve a dar su número a otro jugador. La respuesta me encantó y me mostró, una vez más, la facilidad que tienen los americanos para utilizar ejemplos cercanos que permitan hacer entender sus ideas. A mí nunca se me habría ocurrido una analogía así.

Y el ejemplo del hockey no es fortuito. En Estados Unidos hay más aficionados a este deporte que católicos, especialmente al hockey sobre hielo. Nuestro vecino, de 11 años, cuando tiene un rato libre se disfraza de arriba abajo con todas las protecciones posibles y se pone como loco a lanzar el disco a la portería que coloca delante de su casa; hay montones de pistas de patinaje y la que está al lado de nuestra casa ya está abierta a las 7 de la mañana y llena de padres sacrificados que llevan a sus pequeñines de 5 años al curso de iniciación al hockey.  Para hacer eso ya te tiene que gustar … y mucho.

St Nicholas en 1901
La primera pista artificial de patinaje sobre hielo en EEUU se abrió, precisamente, en Maryland, el Estado en el que vivimos, en 1894. Parece ser que el deporte se extendió en este país procedente de Canadá donde se jugaba en los lagos helados en los meses de invierno y ha perdurado hasta hoy. Dos años después tuvo lugar la primera liga en los Estados Unidos en la ciudad de Nueva York, donde se acababa de construir la segunda pista de hielo artificial, la llamada St Nicholas Arena. Hoy en día, la liga nacional de hockey cuenta con 24 equipos estadounidenses y 7 canadienses que compiten por la Stanley Cup cuya final tuvo lugar, precisamente, hace unos días. Y la ganaron los Washington Capitals, que han tardado 43 años en conseguirla. Yo no entiendo ni poco ni mucho de hockey sobre hielo pero me sumo al entusiasmo que me rodea. “Go caps!”.

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