lunes, 17 de abril de 2017

Póngame un sello, por favor


Me encantan los sellos de Estados Unidos y eso que la filatelia nunca me ha llamado especialmente la atención. Alguna vez mi padre me engañó cuando era pequeña para que le ayudara a meter los sellos de su colección en aquellas funditas plásticas negras y transparentes, pero me parecía una actividad muy aburrida. Solamente recuerdo el perfil de Franco impreso en un montón de colores distintos y que mi padre me decía que no rompiera ninguna de las puntitas del sello porque perdería todo su valor. Cuando tuve edad suficiente para ir sola al estanco a comprar algún sello simplemente me preguntaban por cuánto importe lo quería y me daban uno del rey Juan Carlos I, de unas flores del herbario de José Celestino Mutis o de unos pajaritos la mar de cursis.

Aquí me encanta ir a las oficinas de los servicios postales y que me pregunte el encargado cuáles son mis temas favoritos para darme a elegir entre los sellos que más se acerquen a mis preferencias.  Cuando he pedido temas musicales he mandado nuestras cartas con unos sellos chulísimos y muy psicodélicos de Janis Joplin o de Jimi Hendrix; al decir que los cómics, en la esquina superior derecha de nuestros sobres he pegado a Batman o a la Mujer Maravilla; la última vez dije que la cocina y me dieron una serie de sellos llamada “Delicioso” (tal cual, en español) que celebra la influencia en Estados Unidos de los sabores y las comidas de Latinoamérica y que recrea platos como el ceviche, las empanadas,  los chiles rellenos, los tamales, el sancocho o el flan, lo que me demostró, una vez más, que hay sellos para todos los gustos.

Y es cierto. Por el mismo importe y para el mismo tipo de envíos puedes elegir temática histórica, patriótica, natural, de amor/amistad/bodas, de personajes, de festividades (católicas, judías, musulmanas, sintoístas, paganas…), de cultura pop… Y como los empleados de correos, como casi todos los dependientes con los que me he encontrado en este país, son extremadamente amables y sociables (y tienen el tiempo y la disposición) acabas entablando una conversación estupenda sobre cualquier tema asociado al sello que estás eligiendo (y los que están en la cola no se mosquean).

Al comprar la serie de Janis Joplin me contaron que el sello más vendido en la historia postal norteamericana fue el dedicado a Elvis Preysley. Fue un sello que salió en 1993 inaugurando una tendencia de diseñar sellos que mostraran iconos de la cultura pop. Como se dudaba entre dos sellos para publicar, se decidió someterlos a elección popular y votaron nada más y nada menos que 1.200.000 personas. La imagen de un Elvis joven y guapo ha recaudado la altísima cifra de 26 millones de dólares.

La reina Isabel empeñando sus joyas
Cien años antes, en 1893, apareció una serie de sellos muy novedosa y que como española me parece muy interesante. Hasta ese momento solo se habían publicado sellos que mostraran héroes muertos (George Washington es el que tiene dedicados más sellos diferentes, un total de 242 hasta el momento). Pero con ocasión de la Exposición Colombina que celebraba el 400 aniversario del Descubrimiento de América se decidió sacar una serie de 16 sellos con denominaciones que iban desde 1 centavo a 5 dólares. Esta serie recrea diferentes momentos históricos como Colón divisando tierra, el desembarco, la flota de Colón, Colón pidiendo ayuda a la reina Isabel, el recibimiento de Colón en Barcelona, Colón con los nativos, Colón anunciando su descubrimiento, la reina Isabel empeñando sus joyas, Colón en la Rábida… Aunque en su momento los sellos de mayor denominación no se vendieron muy bien dado su alto coste, hoy en día algunos de ellos tienen un valor cercano a los 5.000 dólares.

A estas alturas de la lectura, tal vez algunos os estéis preguntando para qué diantres compro tantos sellos si hoy en día con el e-mail, el WhatsApp, los SMS y demás avances tecnológicos nadie manda una carta. Pues aquí sí que se mandan cartas, montones de cartas, porque en Estados Unidos la mayoría de las facturas se pagan por cheque que, a su vez, se manda por correo. Y no fue hasta que llegué aquí que entendí lo que hacían los personajes de las películas americanas cuando aparecen con un montón de papeles escribiendo en la mesa de la cocina. No es que se lleven el trabajo a casa, simplemente están pagando la luz, el gas, el teléfono o el alquiler del instrumento musical de su hijo. Rellenan el cheque, lo meten en el sobre, le pegan el sello con el que más se identifiquen y lo dejan en el buzón de su casa para que el cartero se lo lleve. Y seguramente sería un rollo si no fuera por el placer de ir a Correos y elegir tus sellos con la asesoría de un empleado que no solo te cuenta la historia de la estampilla sino la historia de un país y te abre una puerta hacia intereses insospechados. ¿No es fantástico?

7 comentarios:

  1. Una vez sorprendida por estas costumbres tan diferentes a las nuestras. El cartero te abre una puerta y tú nos la abres a nosotros.
    Gracias

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    1. Gracias a tí por comentar, Nat. La verdad es que es una maravilla el tener un servicio postal como el de aquí. Besos para todos.

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  2. Cierto , me había olvidado de eso. Me fascinaba que pudieras dejar la carta y el cartero la recogiera en el buzón. Y la variedad de sellos. Gracias Eva. Me has trasladado a mi época ahí hace muchos años.

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    1. A mí fue de lo que más me maravilló desde que llegué. Soy auténtica fan de USPS. Besos.

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  3. Perdón por mi ignorancia, me pregunto cómo es posible que no exista la domiciliación bancaria a día de hoy en un país como ese y por otro lado flipo de que se deje lo que sea en el buzón y nadie se lo lleve, jaaa ( y menos un cheque) algo me debo estar perdiendo verdad?

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    1. Sí hay domiciliaciones pero está mucho más extendido el pagar las facturas mensualmente a golpe de chequera. Y lo de que nadie se lleve las cosas, lee mi entrada "El cartero no siempre llama dos veces" y seguirás flipando. Besos mil, Luci.

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    2. Siiii ya la había leído en su día ( no me pierdo ninguna) y había flipado jeee pero es que un cheque... y sabiendo que está ahí, jaaaa, aquí sería imposible. También me parece raro que con lo de los cheques no haya impagos a dolor, pero claro, seguro que también están más civilizados que aquí y no se les ocurre no pagar un mes si y otro también. A lo mejor por eso aquí se extendieron las domiciliaciones como la pólvora, por las dos razones anteriores. Spain is different, jaaaa.

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