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Salvaje y maravillosa |
“¿Adónde dices que vais?”, preguntó mi amiga con incredulidad. “¿Y para qué se supone que vais a ese sitio?", añadió la otra. “Allí no hay nada”, dijo, incluso, el profesor de historia de mi hijo cuando le preguntó si íbamos a viajar el fin de semana de Thanksgiving. Tengo que reconocer que los niños no estaban nada entusiasmados con nuestro plan de vacaciones. Les explicamos que íbamos a cruzar West Virginia y a adentrarnos en Ohio, que veríamos los efectos de la crisis en Estados Unidos, que atravesaríamos zonas castigadas por el cierre de fábricas y por el declive de la industria del carbón. Para darle un toque aventurero añadimos que haríamos una sección de "The loneliest road”, la carretera más solitaria, esa ruta olvidada por todos y que nadie recorre. “¿Y si nadie la recorre por qué tenemos que ir nosotros precisamente?", respondieron al unísono y con resignación.
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Si nadie la recorre, ¿por qué tenemos que ir? |
La US-50 es una autopista transcontinental que va desde Ocean City, en Maryland, hasta West Sacramento, en California. 4.800 kilómetros que transcurren por muchas de las áreas más rurales de Estados Unidos. La parte más lenta de esta ruta son las 150 millas de West Virginia, un trazado de giros y curvas marcado por las montañas Allegheny y su paisaje semisalvaje. Nuestra guía de viajes decía que “el ethos independiente de los mountaineers (montañeros, como se conoce a los nativos de West Virginia) corre con fuerza por sus venas y allí uno tiene la impresión de haber dado un paso atrás en el tiempo a una época en la que los hombres trabajan duro en las minas, las mujeres crían a los hijos y todo el mundo va a misa el domingo”. Es comprensible que a los niños no les atrajera mucho el plan. Es también comprensible que a sus padres sí.
Nos dejamos seducir por lo que prometían esas palabras y decidimos contrastarlo con lo que leemos a diario en los periódicos. West Virginia es uno de los únicos dos Estados de la Unión en donde ha aumentado la pobreza en el último año. El empleo no crece, contrariamente al resto del país, y proliferan los trabajos peor pagados y sin beneficios (algo tan básico como seguridad social o vacaciones). Este Estado de los Apalaches, con un 95% de población blanca, tiene uno de los niveles más bajos de educación del país (solo el 21% de sus habitantes entre los 25 y los 64 años ha cursado estudios universitarios) y sufre una de las crisis más severas de consumo de opiáceos (ver entrada Drugstores), algo intrínsecamente relacionado con el paro, los bajos salarios y la falta de oportunidades. Es la tierra donde la mayoría vota a Trump, que prometió una solución para sus muchos problemas.
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El pozo funcionaba |
De vuelta hacia casa no pudimos evitar desviarnos de la US-50 y meternos en una auténtica “country road” que serpenteaba junto a un arroyo de aguas enfangadas de un color tan marrón como el bosque que nos rodeaba. Queríamos coger la carretera de Volcano y Cairo para llegar a Petroleum, el pueblo donde se habían perforado los primeros pozos petrolíferos de la nación en 1859 y que, según habíamos visto en el museo, no eran más que cuatro palos atados con una cuerda al estilo “teepee”. Cuando en un recodo del camino vimos una finca con uno moderno, me quedé puesta. Cuando me bajé a hacer fotos y me penetró un intenso olor a gas no daba crédito. Y cuando miré hacia el interior de una especie de granero y ví que había tres cadáveres de un bicho de grandes dimensiones (quiero pensar que ciervos), colgados por las patas traseras, desollados y soltando sangre, regresé al coche donde me esperaba la familia tan rápido como pude. El “mountaneer” que los había cazado, les había arrancado la piel y estaba dispuesto a comérselos no debía de ser muy sociable. Por algo vivía a un costado de la “loneliest road”.
Post-post:
Y si queréis meteros de lleno en el ethos mountaineer no dejéis de escuchar esta canción de John Denver llamada Country roads que dice: "Country roads, take me home / to the place I belong / West Virginia, mountain mamma / take me home, country roads" ("Carreteras rurales, llevadme a casa / al sitio al que pertenezco / West Virginia, madre montaña / llevadme a casa, carreteras locales"). Cuando salió en 1972 fue un récord inmediato de ventas y con el tiempo se ha convertido en un verdadero símbolo de West Virginia y uno de sus himnos oficiales.
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