lunes, 18 de febrero de 2019

Kee-ho-tay

Siempre he oído decir que el español es una lengua fonética, es decir, que se pronuncia como se escribe, que cada letra tiene un sonido atribuido que permanece inalterable. Durante mucho tiempo lo asumí como un axioma y no le di más vueltas. Un día, en la época en que mi hija empezaba a leer y teníamos la casa llena de libros de llamativos colores con muchos dibujos y grandes letras, una amiguita inglesa tomó uno y dijo convencida: “yo también puedo leer en español”. Y empezó: “Lei Sinaisaientei. Ireisi iunai vis iun paidri…” (La Cenicienta. Erase una vez un padre…). Tanto mi hija como yo nos quedamos puestas. Lo leía con los sonidos ingleses que le habían enseñado para cada letra y en español no tenía ningún sentido. El español sería muy fonético para mi fonética, que no tenía nada que ver con la fonética de nuestra visitante.

No hace mucho mi hija pequeña tenía que hablar de las artes escénicas en el colegio y le sugerimos que tomara como ejemplo el ballet Don Quijote, que justamente se estaba representando en un conocido teatro, para hablar de danza, música y de la obra más famosa de nuestra literatura. “¿Y cómo lo pronuncio?”, preguntó preocupada. Me metí rápidamente en internet y cuando vi la cantidad de artículos, entradas, comentarios e incluso vídeos tutoriales sobre cómo pronunciar en inglés el nombre de nuestro caballero más internacional me quedé nuevamente puesta. Resulta que Don Quixote es el personaje literario que los angloparlantes pronuncian más habitualmente de manera incorrecta. Se ha llegado incluso a realizar un estudio que concluyó que el 44% de los entrevistados no sabía decir el nombre del protagonista cervantino. Tras consultar varios foros que nos asesoraran al respecto, y con mi hija cada vez más convencida de no poner ningún ejemplo en su disertación y hablar del teatro en general, acabamos con varias opciones: quick-sotedonkey shotki-hot-eh, kwix-oh-tee o, la de más éxito, kee-ho-tay.

No es raro que la gente con la que hablo en Estados Unidos (no necesariamente angloparlantes) haga alguna mueca extraña cuando pronuncio una palabra o que directamente me digan “say it again, please” (repita, por favor). Mi inglés dista mucho de ser perfecto, pero también me he dado cuenta de que hay muchos que no hacen el más mínimo esfuerzo para aceptar o acercarse a otros esquemas, ya se trate de la pronunciación de una palabra o de cualquier comportamiento cotidiano. Esa suerte de soberbia de creernos que solo nuestra forma de hacer las cosas es la adecuada o el desinterés por todo lo que no sea lo nuestro son más habituales de lo que pensamos. Es algo que he encontrado en los suegros de mi amiga que nunca se han sacado el pasaporte porque para qué, qué necesidad tienen de salir de Estados Unidos si lo tienen todo aquí. O en el presidente Trump, que se precia de comer siempre lo mismo en su cadena de restaurantes favorita no vaya a ser que le sirvan algo vomitivo en otro sitio. O en el hecho de que en nuestro Estado de Maryland no se enseñe a los escolares ninguna lengua extranjera hasta que no entran en Middle School a partir de 6º curso y como asignatura opcional, porque, total, todo el mundo habla inglés.

Pero ese es otro tema. Mi hija pequeña, finalmente, decidió hacer gala de su procedencia hispana y habló de Don Quijote, a la española, llevó una foto del ingenioso hidalgo para que todo el mundo lo reconociera y además de hablar de artes escénicas pasó un rato muy divertido intentando enseñar a sus compañeros a pronunciar bien la palabra en su versión original.

Post-post:
Y si queréis ver otros ejemplos de americanos tratando de pronunciar palabras nuestras y echaros unas risas sanas, pulsad aquí. Como aclaración para quien la pueda precisar, la palabra que ninguno quiere leer es porque para ellos es tremendamente ofensiva desde el punto de vista racial.

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