lunes, 20 de marzo de 2017

Naranja cazador

Quede dicho de antemano que yo no he cazado en mi vida, no entiendo nada de caza y, aparte de saber lo que es un coto, desconozco cualquier regulación administrativa al respecto. Pero el otro día, al leer el periódico, vi una noticia que me dejó puesta. El titular preguntaba: “Is pink the new orange?” (¿Es el rosa el nuevo naranja?) e ilustraba la noticia una fotografía de una graciosa gorrita de color rosa chicle. El subtítulo decía que en el Estado de Virginia se está debatiendo una ley que permitirá que los cazadores se puedan vestir de rosa. Por supuesto, no pude más que seguir leyendo.

Resulta que para evitar ser confundidos con Bambi, los cazadores de ciervos del Estado “dixie” (nombre con el que se conoce a los 11 Estados que formaron la Confederación en 1860) tenían que vestirse de color naranja intenso, pero a partir de ahora, podrían también vestirse de rosa chillón; o sea, que el color favorito de las princesas de Disney y de Barbie va a empezar a invadir el tradicional mundo machista cinegético. Y, claro, el debate está servido.

Al parecer, el número de mujeres cazadoras se ha duplicado en los últimos 15 años y alcanza ya un porcentaje del 19%. Ello supone que uno de cada cinco cazadores es mujer y posiblemente siga la tendencia alcista alimentada por la imparable incorporación  de las mujeres a todos los ámbitos, por una imagen femenina más fuerte y deportista y, por qué no, por el “efecto tirón” de personajes de ficción como Katniss Everdeen, la cazadora protagonista de Los juegos del hambre y que tanto éxito ha tenido entre los adolescentes de los últimos años.

Pero el tema de los colores no es una frivolidad más. La mayoría de los Estados de la Unión obliga a llevar en la parte superior del cuerpo una prenda de color naranja liso y visible desde todo ángulo para distinguir bien a los que practican esta actividad y ahorrarles un disparo de un compañero. Se señala taxativamente el número de pulgadas cuadradas (nunca me acostumbraré a este sistema métrico) que ha de tener, el color exacto (“naranja cazador”, no valen las tonalidades del rojo o el estampado de camuflaje) y dónde están exentos de llevarla (en las copas de los árboles o a una altura superior a 12 pies del suelo, por ejemplo). El caso es que muchos cazadores alegan que tienen los ojos entrenados para distinguir determinadas formas y colores a los que  no se debe disparar, y el rosa fosforito no es uno de ellos.

Cuando en otoño me llegó a casa un cuadernillo con publicidad de una tienda de deportes, me quedé puesta. Era un monográfico dedicado a la caza y en sus 8 páginas había todo tipo de artilugios además de rifles, escopetas, armeros, cuchillos, desolladores… Me quedé alucinada viendo la variedad de sillas para acoplar a las copas de los árboles, tiendas de campaña para dejar suspendidas de los troncos, paraguas para enganchar en la gorra, trampas, una especie de ataúdes con respaldo reclinable donde esperar paciente y confortablemente a que aparezca tu presa incluso en barrizales o flotando en los ríos. Señuelos para todo tipo de aves a cada cual más bonito (daban ganas de poner unos cuantos de adorno en el jardín), sofisticadísimos reclamos acústicos, infinidad de binoculares y catalejos, irresistibles cebos de todos los sabores y olores … vamos, todo lo que una opulenta economía capitalista pueda ofrecer a un consumidor caprichoso.

Cualquiera de estas cosas habría horrorizado a mi cazador favorito del mundo cinematográfico, el entrañable Dersu Uzala de la película homónima de Akira Kurosawa, o al mucho más duro protagonista de The Revenant (El renacido, en español). Y yo creo que si los hubiera visto vestidos de “naranja (o rosa) cazador” no me habrían provocado el respeto y admiración que sentí por ambos personajes. Porque para ninguno de ellos la caza era algo de color de rosa.

Post-post:

Dersu Uzala (El cazador) es una producción soviético-japonesa que se estrenó en 1975 y que en plena Guerra Fría le valió el Oscar a la mejor película extranjera (así de buena es la película). Comparte con The Revenant los gélidos paisajes y la honestidad de los personajes protagonistas. Este último filme supuso para Leonardo Di Caprio y el director mexicano Alejandro González Iñárritu sendos Oscars en la edición del año pasado.

Foto cazador: m01229

3 comentarios:

  1. Bueno pues si sales a hacer footing por esa zona, como prometiste en tu post..... Cómprate un mono rosa flúor para que no te peguen un tiro.
    Pd. te veo mas de rosa que de naranja.
    Besos

    Natalia M. desde el desierto de Kuwait

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  2. Opulenta economía capitalista, gran frase que lo resume todo, triste, muy triste para mi gusto.

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  3. Jaja. Sigo saliendo a correr aunque por zonas más civilizadas. ¡En cualquier caso a mi, vestida de naranja, de rosa o de azul marino sería difícil no verme!

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