lunes, 19 de marzo de 2018

Falta un puesto

Uno de los actos que más me gustan cuando estamos fuera de España son las International Nights de los colegios de mis hijos. Ya fueran a colegios privados con alumnado mayoritariamente extranjero y con una proporción más o menos grande de estudiantes locales, o a colegios públicos, como es el caso de Estados Unidos, con un alumnado principalmente local y una buena representación de estudiantes extranjeros, en todos ellos esa noche suele ser un gran acontecimiento. Una ocasión magnífica para mostrar la diversidad y la integración en los centros escolares y para aprender de otras culturas y países. Y no creo que falte a la verdad si digo que lo disfrutamos más los padres que los alumnos, que también gozan lo suyo con ese buffet libre de comida internacional y con las actuaciones de sus compañeros.

En lo que a gastronomía se refiere, sinceramente no creo que haya ningún otro sitio donde comer mejor y con unas explicaciones tan completas, si es que las pides. Todos queremos ofrecer la mejor imagen de nuestro país, ninguno hacemos negocio con ello; todos nos esmeramos cocinando nuestros platos más típicos y estamos encantados de contar a los que se acercan a degustarlos los ingredientes que tienen, en qué momento se comen o cuál es la mejor manera de hacerlo; todos nos alegramos si alguien dice que probó ese plato en unas vacaciones en tu país o que planea viajar a tu tierra y quiere hacerse una idea de lo que le espera. Unos se visten con sus trajes típicos y llevan cuanto material hayan conseguido para servir de escaparate de su país, otros dan apasionadas explicaciones que son mucho más informativas que las de cualquier documental de televisión. Anthony Bourdain, el famosísimo chef y estrella televisiva de la CNN, debería dedicar uno de sus programas a las International Nights de los colegios americanos y estoy segura de que dejaría puesto a más de uno.

El papá etíope te dice que si quieres tener una idea de lo que será estar en el cielo tienes que probar su injera (una especie de tortita esponjosa) con varios wat o estofados porque es lo que allí comerás. La mamá coreana se ha desvivido preparando montones de platos de los que solo reconoces el Kimchi, esa especie de verduras fermentadas y especiadas. De los impresionantes puestos chinos, el clásico cerdo agridulce y la ternera con bambú y setas chinas de los restaurantes de mi infancia brillan por su ausencia; en su lugar hay montones de platos de nombres impronunciables y sabores sorprendentes. Irán hace despliegue de su variadísima gastronomía y México afirma su poderío a golpe de platillo y botana. De repente te sorprendes repitiendo de los puestos de Líbano y Grecia y te das cuenta de lo que une el Mediterráneo.

En el High School de mis hijos mayores somos varios españoles y entre todos hicimos un grupo muy apañado. En el Middle School de la pequeña la tarea de representar a la patria recayó por entero en nosotros lo que en ningún momento debería suponer menos calidad sino más trabajo. Y ahí nos arremangamos y dimos el todo: 4 litros de gazpacho, un centenar de croquetas, 1 paella marinera, 4 tortillones de patata, 1 bandeja de arroz con leche y una tarta de Santiago intentaban dar una representación de nuestra gastronomía. La guitarra española, las castañuelas, el botijo, las latas de aceitunas, el aceite de oliva y el vinagre añadían colorido. Y la familia al completo vestida de sanfermineros (lo más fácil de conseguir como uniforme) dábamos las explicaciones requeridas, desde si las corridas de toros eran de verdad o una ficción al estilo de los espectáculos de lucha libre (wrestling), hasta si las croquetas eran kosher o respetaban las prescripciones del judaísmo. Por supuesto, la paella (pronunciada como payeya, paela, palela… a gusto del consumidor) fue lo primero en desaparecer, no solo de nuestra mesa sino de todo el recinto. Es, sin duda, el plato rey de nuestra gastronomía identificado por todos por su color amarillo y su sartén redonda, al más muro estilo de los emojis.

Cuando ya se ha dado cuenta de la comida suelen llegar las actuaciones de los chavales y te quedas puesta. Este año el High School de mis hijos mayores montó un espectáculo en dos actos con una veintena de números representativos de las diferentes culturas que incluían saltadores de comba japoneses, danzas de Bollywood, ópera china, canción en español, pop coreano, breakdance… El del colegio de la pequeña fue más modesto y “sólo” tuvieron lugar 10 actuaciones monopolizadas por los asiáticos lo que, en el fondo, me dio un poco de rabia por no haber sido capaz de que mis hijos superaran su miedo escénico y salieran al escenario bailando el “ball plá” de Sant Mateu, tocando el “Asturias, patria querida” con la trompeta, cantando una canción o lo que buenamente se les ocurriera. Pero no se les ocurrió nada, para mi tristeza y su comodidad. "Este año al menos desfilaron con la bandera", me digo para consolarme.

Pero una de las cosas que más tristemente me sorprenden de este tipo de eventos es que si bien todos nos convertimos en los mejores embajadores de nuestra patria, nunca he visto una representación del país anfitrión. Estados Unidos brilló por su ausencia en las dos Internacional Nights de esta semana culinariamente, artísticamente y en asistencia de padres y alumnos. Como si fuera un evento hecho por y para internacionales, ajeno al país que nos acoge, Y eso es algo que ya no me parece tan inclusivo y tan integrador. No sé si es por su desinterés en nuestras culturas o por nuestra falta de interés en atraerlos hacia ellas pero es una pena, en cualquier caso, que el país que nos acoge no monte un puesto.

4 comentarios:

  1. El proximo curso os quiero vestidos de asturianos. Que guapo, Eva, yo tambien empezaria por vuestra paella y el arroz con leche, que tenia una pinta...

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    1. Ya me gustaría que todos tuviéramos los trajes de asturianos, ya. ¡Vaya lujo!

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  2. Lucia Arias Paredes19 de marzo de 2018, 15:22

    Gran idea pero muuuucho curro imagino, debería hacerse aquí también en los colegios.

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    1. Todo es ponerse, Lucía. El colegio solo presta los locales y un profesor o la Asociación de padres y alumnos coordinan. El trabajo es voluntario, cada quien en la medida de sus posibilidades. La dificultad es que en España solemos ver lo que da trabajo como un problema. Y esto sí da trabajo, es cierto.

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