martes, 29 de mayo de 2018

Cementerio de lenguas

Cuando llegamos a Omán tras haber pasado tres años en México, el restaurante más marchoso (además de uno de los pocos que servía cervezas en este país musulmán) era un mexicano con un chef entrañable del que nos acabamos haciendo muy amigos.  Tenía miles de anécdotas divertidísimas y las contaba exprimiéndolas al máximo con la infinita gracia de los originarios del sur del río Grande. Una de las que más me gustaban era la de cómo había acabado en Mascate (Muscat, en inglés) pensando que en realidad iba a Moscú. Y todo por no hablar inglés. Había vivido 30 años en Estados Unidos utilizando solo el español antes de que lo ficharan para viajar a “la perla del Golfo” y eso que trabajaba en un restaurante y tenía que lidiar con clientes y proveedores de todo tipo.
Nunca había necesitado hablar inglés. El censo de Estados Unidos registra 58 millones de hispanos. De ellos, 42 millones dominan el español como lengua materna, a los que hay que sumar los 8 millones de estudiantes que lo aprenden en sus centros educativos. Hay 800 periódicos en español y Telemundo y Univisión entretienen a millones de televidentes. En la mayoría de servicios oficiales puedes pedir un interlocutor en español y, aunque haya Estados con políticos abiertamente xenófobos (como Arizona), nuestra lengua sigue gozando de muy buena salud en esta parte de Norteamérica.

De vez en cuando sale algún anglosajón que exige que se hable inglés en Estados Unidos, que se enfurece cuando le atienden en otro idioma y que luego, como recientemente un abogado de Nueva York, tiene que pagar las consecuencias de sus exabruptos (en su caso ha sido despedido del bufete en el que trabajaba y ha tenido que soportar bajo las ventanas de su casa a grupos de mariachis cantándole “La Cucaracha”). El debate se aviva y termino enterándome de cosas que me dejan puesta.

Como que el inglés no es el idioma oficial de Estados Unidos porque Estados Unidos no tiene ningún idioma oficial: los padres fundadores no vieron la necesidad de implantar uno porque, aunque en las 13 colonias convivían el francés, el holandés o el alemán, el inglés era en aquellos momentos el idioma dominante. Además, hacerlo hubiera ido en contra de los principios de diversidad y libertad sobre los que fundaron el país a finales del siglo XVIII y tampoco querían ofender a los conciudadanos norteamericanos provenientes de otros países que habían ayudado a luchar por la independencia.

Hoy en día el inglés sigue siendo el idioma que impera. Es el lenguaje de los documentos oficiales, de los contratos comerciales o de los procedimientos judiciales. La mayoría de las personas en Estados Unidos solo habla inglés y los inmigrantes se ven expuestos a grandes presiones para aprenderlo. Y no hay que olvidar el poder fagocitante de este país que ha sido históricamente un cementerio de lenguas enterrando los idiomas de los nativos americanos, el francés de Nueva Orleans, el italiano de Nueva York o el polaco de Chicago. ¿Acabarán poniéndole una lápida al español? De momento, parece que no.

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